Lo que diferencia los grandes entrenadores de los que no lo son son los pequeños detalles. La figura de Mourinho se está convirtiendo en una sombra mas grande de lo que se imaginaban. Una sombra mas resolutiva, mas eficaz que abarca todo el espectro de lo que se supone que es el Club Merengue. No deja indiferente ni al que le aplaude ni al que le silva porque tapa huecos que para otros no existían.
Ayer el Real Madrid ganó 1-4 al Málaga. Los que viven de la premura del fútbol se agarraban antes de ayer a su escoba para barrer cualquier migaja que se dejaba atrás el inconfundible de José. Pero cada vez quedan menos migajas que barrer y eso duele en el corazoncito del que niega lo evidente.
La llegada de Mourinho despertaba recelo. Y a un servidor el primero. Pero nada que ver lo que uno ve con los ojos a lo que le cuentan por el oido porque los que hablaban de él se les escaparon tantos detalles...
Y es lo que diferencia a los entrenadores buenos de los malos. Los malos se regocijarían de los cuatro goles a domicilio del Madrid. Sin embargo, a Mourinho le duele mas ese gol. Y es que está claro que el fútbol de ahora es exigente en todas las áreas de un partido. Los equipos triunfan por la magía de sus jugadores y por los movimientos de su equipo y las victorias no deben tapar los defectos. Y es que Mourinho no cede nada a la suerte porque no cree en ella.
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